Puede pasarte que cierto día, cuando la altitud de tu pretérito acumulado se te haya hecho insoportable, decidas romper con todo, y te parezca que lo mejor es cambiar de vida, de trabajo, irte a vivir solo, resolver que no te bancas más los cumpleaños felices de tu familia o mandar a todos tus amigos (mentalmente) bien a la mierda.
En ese momento puede que te des cuenta que estas solo de una manera que no esperabas, que el telón de fondo que tenia tu vida no era para siempre, que todo era mas contingente de lo que pensabas, que las cosas podían ser de otra manera, que el recuerdo de un regalo que tuviste de chico, los pibes del barrio, o unas vacaciones con tus amigos, son los lugares sagrados de tu vida, que sos una anécdota absolutamente superflua para el mundo que avanza.
Puede pasarte que un cierto día tomes verdadera dimensión de que sos un cuerpo de más de tres décadas arrojado al mundo en absoluta soledad y te des cuenta que lo único a lo que podes aspirar en el futuro es a tener un refugio temporal en un par de amigos, a la música añorada de algún verano, o al placer rebelde de salir a patear algún culo gordo producto de una injusta distribución del ingreso, pero nada más que eso.
No tenés excusas, el limitado tiempo de tu limitada vida se está agotando a una velocidad creciente y no existen salvavidas que te puedan resguardar de eso.
Es en ese momento es cuando todo puede empezar a importarte muy poco, y te pongas a mirar con desdén e incomprensión a la gente demasiado crecida, esmerada, risueña, consecuente de sus torpes realizaciones: a la pareja feliz que proyecta viajes, a los treintañeros que se animan a hacer karaoke, a la señora gorda que siempre (y en cualquier lugar) nos está mirando, a los solteros de más de 40 con “mil batallas a cuestas", a tu figura alargada en la estupidez de los espejos, a las mujeres que juegan a ser esposas.
Puede pasarte que finalmente concluyas que lo mejor que podes hacer es retirarte nominalmente del mundo, y retirar también, ya hecho en harapos, todo lo que con tanto amor habías construido en tus años de esplendor: una reputación de buen chico, el derecho a estar contento sin causa, jugar al futbol en tu equipo de amigos, emocionarte con la música de un recital, leer novelas en los micros, caminar al sol con apuntes de la facultad, y enamorarte de verdad pero manteniendo a salvo el tesoro de tu corazón.
Es posible que finalmente tomes conciencia de una manera definitiva de que ya no queda para vos ni una fiesta por vivir, que han desaparecido para siempre los mejores días de tu vida, que el recuerdo de tu aire de chico-de-colegio-bien se ha esfumado mucho antes de lo que pensabas, que el tierno sombrero azul con que adornaste tus años felices ya no combine con lo que queda de tu cabeza dormida, semimuerta.
Aun así, teniendo la certeza de todo eso, nunca podrás decir que no amaste con locura tu tiempo, porque era tuyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario