miércoles, 26 de octubre de 2011

Un día perfecto para el Bananafish




Cuento maravilloso de esos que se pueden leer mil veces y no cansan. Cuento donde muere el profeta, el único que podía darle cinco mil vueltas a cualquiera si quería. Seymour Glass se dispara a si mismo, opta por discontinuar su vida , se suicida a sus 31 años estando de vacaciones en Florida. Quizás pensó que no había forma de no tomarse en serio la vida, quizá pensó que no había vacaciones posibles en ningún lado.
También cumplió, sin quererlo, la sentencia que nos dejó James Dean: “ Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadaver”.
Seymour dijo en una oportunidad que todo lo que hacemos en la vida es ir de un pedazo de Tierra Santa a otro. ¿ No se equivocaba nunca?
Su pasión por el mundo de los niños en contraposición con el mundo falso de los adultos se puede ver claramente en este cuento donde lo mas bonito es su dialogo con Sybil. Acá va:
Sharon Lipschutz dijo que la dejaste sentarse a tu lado en el taburete del piano—dijo Sybil.
—¿Sharon Lipschutz dijo eso?
Sybil asintió enérgicamente. Le soltó los tobillos, encogió los brazos y apoyó la mejilla en el antebrazo derecho.
—Bueno —dijo—. Tú sabes cómo son estas cosas, Sybil. Yo estaba sentado ahí, tocando. Y tú te habías perdido de vista totalmente y vino Sharon Lipschutz y se sentó a mi lado. No podía echarla de un empujón, ¿no es cierto?
—Sí que podías.
-Ah, no. No era posible. Pero ¿sabes lo que hice?
—¿Qué?
—Me imaginé que eras tú.
—¿Has leído El negrito Sambo?—dijo.
—Es gracioso que me preguntes eso—dijo él—. Da la casualidad que acabé de leerlo anoche.—Se inclinó y volvió a tomar la mano de Sybil—. ¿Qué te pareció?
—¿Te acuerdas de los tigres que corrían todos alrededor de ese árbol?
—Creí que nunca iban a parar. Jamás vi tantos tigres.
—No eran más que seis—dijo Sybil.
—¡Nada más que seis! —dijo el joven—. ¿Y dices «nada más»?
J.D.Salinger




Por, Agustín A. Sastre

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